A los pocos que leáis estas líneas sin haber asistido a este concierto, decir que fue toda una lección de profesionalidad e inspiración a partes iguales, en el que este “grupo” demostró porqué logran acaparar toda la atención de los focos siendo una atípica formación (de 8 músicos), tan lejana de los clichés del Rock &Roll.
El concierto comenzó, como no podía ser de otra manera, con “Ready To Start” que sirvió como calentamiento para un público que abarrotaba el palacio de los deportes, un palacio que colgó el cartel de «no hay entradas» hace ya meses. Sin mucha celeridad, los acordes de “No Cars Go” se abrían paso entre la multitud y de esta manera, los canadienses siguieron desarrollando un tema tras otro como un tapiz sonoro rematándolos hasta la más pura extenuación.
Tras el subidón inicial, era el momento de presenciar un interludio más suave en el que las ínfulas de la estrella del rock más “springstiana” de Win Butler, daban paso a la sensibilidad indie de Régine Chassagne en temas como “Haiti” o “Rococo”. En el repertorio también sonaron «Neighborhood #2» , «Modern Man» o «We Used To Wait», picoteando así de sus tres trabajos (Funeral, Neon Bible y The Suburbs ) hasta completar 21 temas en total. Solo realizaron un bis de 2 canciones para acabar, como no, con “Wake Up”, de forma apoteósica aunque harto predecible, detalle que agradeció el público ya que era su primera actuación en la capital y la segunda en España (Santiago, MTV Galicia 2010).
Después de una hora y media con un público más que entregado, acabó el show, algo corto dado el status y la idiosincrasia de la banda. Esto nos lleva una vez más al mismo callejón sin salida en lo que a la música indie se refiere. Estamos ante las dos caras de la misma moneda: una banda multiventas con raíces independientes que pasan del rock de estadio, de himnos…, al indie más intimista; con músicos de primer nivel pero que no tienen un sonido a la altura; tanto en público como en precio de las entradas están al nivel de los cabezas de cartel. Pero, a pesar de ello, lo despachan en 90 minutos.
Mención aparte merece el tema de la multimedia, pues como decía Tom Waits, “las imágenes asociadas a músicas te esclavizan, no eliges lo que la música te sugiere sino que te lo impone”. En este sentido los canadienses fueron puristas y parcos. Pero tantas singularidades hacen que esta banda se encuentre en “la encrucijada indie”, con el público más despótico y cruel cuando se trata de la madurez de sus grupos al mainstream.
Por ahora, sólo nos queda sentarnos a esperar, porque a día de hoy, Arcade Fire van camino del mito, pero ya son una realidad tangible y palpable: pura música.
(By The Doctor)
Os dejo con el directo de “Wake Up” que se marcaron con Bowie (gran seguidor de la banda) en Nueva York allá por el 2005, para que os hagáis sólo una pequeña idea de las indescriptibles sensaciones que se pueden llegar a transmitir en un concierto de semejante calibre.
Buena crónica, Doctor! Fue una faena que al final no pudiésemos ir…
desde luego quelo fue , pero estan haciendo una gira bastante larga…yo creo que ls volvere a ver en reading ,que estan confirmados junto con strokes