Cuenta Zach Condon que este álbum comenzó a gestarse cuando consiguió trasladar su viejo teclado Farfisa desde la casa de sus padres en Santa Fe hasta su apartamento del norte de Brooklyn. Allí, con la entrada del invierno del 2016 empezó a componer las primeras canciones y con la ayuda de Gabe Wax formaron la base del disco con el objetivo de llevar al límite a cada instrumento tirando de la ayuda de amplis. Más tarde se unirían los maravillosos arreglos de metales de la mano de Ben Lanz y Kyle Reznick, encargados de los vientos en la banda. Pero lo mejor, como siempre, aun estaba por llegar. En medio de una época convulsa a nivel personal, Condon viaja frecuentemente a Berlín para visitar a amigos, entre ellos su primo Brody que fue quien diseñó la portada del disco. Allí, aprovecha para asistir a conciertos y eventos, fruto de la increíble propuesta cultural que ofrece una ciudad como Berlín, y empezó a tener la impresión de que Nueva York se le había quedado en cierto modo vacía. Estaba sintiendo la llamada de Europa y, tras una lesión por una caída en monopatín decidió volver a Berlín y no dudó en quedarse definitivamente.
Teniendo en cuenta la lamentable situación política de EEUU y los prohibitivos precios de los estudios y los alojamientos, Condon decide traerse a los músicos a Europa para la última sesión de la grabación. Paul, que había estado de luna de miel en Roma, había dado con un enorme estudio en la Puglia y éste sería el lugar elegido para terminarlo. Tras un intenso mes encerrados en el estudio, una noche llegan por casualidad a una isla fortificada llamada Gallipoli donde se topan con una procesión de vientos precedida por unos curas. Éste sería el momento más inspirador de todo el proceso creativo, el que le llevó a componer del tirón el tema que da nombre al disco, y a la isla: Gallipoli. Un álbum que resume como una catártica mezcla de sus viejos y sus nuevos discos que le ha devuelto esa felicidad que solo la música como experiencia visceral puede ofrecer.
Una vez más, solo podemos rendirnos ante el hechizo de una banda como Beirut. Gallipoli es otro disco tremendamente inspirador, de sonido impecable. La belleza hecha música mediante delicadas melodías de vientos y percusiones. Cuando una escucha este disco tiene la impresión de estar ante una gran banda sinfónica, de exuberancia instrumental, donde cada trombón y cada trompeta hablan por sí solos y asumen el rol protagonista. Gallipoli es la necesidad de explorar nuevos lugares, nuevos sonidos, un viaje cultural por el mundo en busca de enriquecimiento personal. Cuatro años hemos esperado a aquella banda que nos conquistó con el ingenioso The Rip Tide (2011) o el más reciente No no no (2015). Una banda que juega en una liga superior y que ha sabido mantener su sello estilístico desde entonces. Gallipoli es un disco más sofisticado, pero igual de inteligente. Reservado solo para paladares exquisitos. La espera ha merecido la pena.
Temas impresdincibles: Gallipoli, Gauze für Zah, We Never Lived Here
Puntuación: 8/10