La Riviera vuelve a sonar, el Ayuntamiento autoriza la reapertura de la sala tras cuatro meses de cierre. A raíz de la muerte del joven Álvaro Ussía a manos de los porteros de la sala El Balcón de Rosales el pasado noviembre, el Ayuntamiento comenzó una campaña de inspecciones en los locales de ocio nocturno. La mano dura se hizo notar enseguida. Las primeras en caer fueron La Riviera, Moma y But. Pero la más sonada, por emblemática y representativa de la escena musical madrileña, fue la sala del Manzanares, el 20 de noviembre. El último que tuvo tiempo de subirse al escenario fue el inglés Matthew Herbert y su big band en una potente actuación que, sin saberlo, clausuraba la sala. El local carecía de la licencia de funcionamiento porque debía subsanar deficiencias en las puertas de emergencia, el sistema eléctrico y los sistemas de extinción de incendios, y carecía de baños para minusválidos. Pero el Ayuntamiento prometió que sería especialmente diligente en otorgar los permisos a las salas clausuradas una vez arreglasen lo que se les requería. «Ha costado. Hemos tenido que hacer un obrón. Llevábamos mucho tiempo intentando hacerlo. Pero nos pilló en medio todo lo de las salas de Madrid y la muerte de aquel chico», explica Javier García, responsable de la música en vivo de la sala. Han sido cuatro meses duros, cuenta García, especialmente para los promotores de conciertos que tenían contratadas actuaciones en la sala. «Nosotros ahora mismo estamos muy contentos, aunque no quiero ni saber las pérdidas que hemos tenido. El resto de salas que se cerraron siguen a la espera de que el Ayuntamiento les conceda la licencia. «Todas están avanzando. Pero todavía no sabemos cuáles obtendrán primero la licencia para reabrir», explicaron ayer fuentes de la Concejalía de Urbanismo. No todo son malas noticias. (By JRGE)