

La Vía Láctea ha sido clave en la historia musical-nocturna de Madrid y de su barrio más rockero en estas tres décadas. Fue sello discográfico (sacaron singles de Clavel y Jazmín, Desperados, Negativos,…etc), ha tenido ilustres pinchas (el recordado Guille Martín, por ejemplo) y ambienta todas las noches madrileñas -siete a la semana, no cierra- con una programación musical «muy cuidada, no vamos a lo fácil. En cualquier momento puede sonar cualquier grupo de los últimos 30 años y más atrás», dice Krahe, que añade que además hay noches temáticas: los miércoles, blues y música de los años 40 a los 60; los jueves las sesiones de Afrodisia, de música negra…
Además de todo esto, desde el punto de vista personal, este bar de la calle Velarde es probablemente al que más veces he ido en mi vida. Hubo unos cuantos años, de mediados de los 90 a principios de esta década, en que no había fin de semana que no fuera allí a tomarme algo, siempre bajo la mirada ¿admonitoria? de mi padre, que está pintado en uno de los murales del local, uno que representa a los fundadores, la plantilla que curraba allí entonces y gente del entorno… No sabéis el juego que daba aquello de decirle a una chica «Pues mi padre está allí pintado», jejeje…
(By Darío Manrique, El País)