Hoy se cumplen 40 años desde que los Beatles nos dejaran su más preciosa y valorada obra de arte. A veces la obras de arte son valoradas de manera personal y subjetiva por lo que a cada uno le sugiere o le argumenta dicha obra. Y en efecto, así debe ser. Sin embargo, hay obras universales y de verdad absoluta. Hay cosas que pasan por encima de los gustos personales e individuales de cada uno, cosas que hay que descubrirse ante ellas. The White Album de los Beatles es una de ellas. Hacia finales del ´68 todo empezaba y todo terminó. Empezó el Mayo del ´68 y al final no hubo arena bajo los adoquines, la playa no era tal. Empezó a grabarse el mejor disco de los «Fab Four» de Liverpool y a la vez, sin saberlo, estaban cavando su propia tumba como grupo. El White Album fue el disco donde se recogieron todos los egos e individualidades de los 4 Beatles. Era un disco distinto a los demás, ya no era un disco con una argumentación y cohesionado con canciones bien coordinadas y entrelazadas con el objetivo de narrar algo del mundo beatle. Ahora, éste disco, sonaba como un grupo de canciones cada una de su propio autor individual. Los rumores cuentan que el disco tuvo que ser doble por la exigencia de cada uno de ellos de meter todas sus canciones compuestas para la ocasion. Nadie queria ceder y dejar su ego en segundo plano. Brian Epstein, el inolvidable representante de los Beatles, habia fallecido un año anterior y él fue el que estuvo siempre canalizando las manias y envidias entre cada uno de los Beatles. El nombre cariñoso de White Album se debe a la portada del álbum, completamente blanca, y cuyo diseño se debe al artista pop Richard Hamilton. El nombre del grupo aparecía discretamente estampado a la derecha, y las primeras ediciones en vinilo y CD presentaban también un número de serie, para crear la irónica impresión de exclusividad en un producto con millones y millones de copias.