Lo veníamos anunciando desde hace casi un lustro y efectivamente, como la llegada de VOX, parecía inevitable: el Primavera Sound ha muerto. 

Nos lo han vendido en una rueda de prensa interminable a través de su nueva radio online con el eslogan de «Paridad, eclecticismo y atrevimiento en el revolucionario cartel de Primavera Sound 2019«. Y algunos, llámenme loco, solo vemos grupos que ya han pasado 30 veces por alli como Tame Impala (que bienvenidos sean), repes sin más (Solange), hype del momento así como muy casero (Rosalía) y una retahíla de letra pequeña, que si antaño era el fuerte de este festival, ahora entre traperos y reggaeton, se ha quedado en nada.

Llámenlo ustedes urbano, tendencia o «The New Normal», pero antaño y lo que hizo grande a un festival como este era un esquema que seguían los de Gabi Ruiz de manera oficiosa casi a raja tabla: [nuevas bandas con mejores discos previstos para ese año] + [bandas clásicas con nuevo disco escena independiente] + [cabezón del cartel artista legendario o comeback de una banda que llevara años sin tocar juntos]; y con este esquema el PS se hacía diferenciar del resto de festivales.
Luego llegaron las ediciones más recientes con su escenario «mordor», la noria a lo Coachella, el reventón de público, los precios desorbitados y las bloggeras de alto standing. El final de lo que algún día fue algo único, estaba cerca. Era inevitable… Aquella edición donde Phoenix volvieron al PS a presentar nada nuevo, nos dió una primera pista: hacer taquilla vs traer algo remarcable en el año.
El festival de música como negocio del verano, cierto es que ha traído competidores en toda la geografía peninsular y el PS ha intentado buscar su hueco sin entrar a competir por el mainstream festivalero, terreno más para eventos plastiqueros e impersonales como MadCool; pero de empaparnos con lo mejor de la escena principalmente norteamericana, con grupos difícilmente visibles por nuestras salas aquí en nuestro país, a programar a J Balvin, Ivy Queen o la ya muy manoseada Rosalía (artistaza, eso sí), hay un salto al abismo. Tanta música «urbana» que parece una playlist del programa de Paula Vazquez «Fama, y a bailar!».
No nos queda otra que salivar con el recuerdo (debe ser ya cosa de la edad) con un PS en el que antes íbamos a ver a Wilco, Neil Young, Sonic Youth,…  Nada dura para siempre, pero esto,… esto… es una puta tragedia. 
El Primavera de antaño, ya no volverá. D.E.P.
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