Quizá la persona que hoy nos dejó esté lejos de ser el joven
airado, rebelde pero nihilista, envuelto en humo, poeta y vagabundo autóctono
del callejón y rastreador de la dosis. Quizá la persona que hoy ha muerto sea
un viejo, imagen vestigial de la leyenda del rock icónica, de neoyorkina
ascendencia. Quizá nunca haya tenido la aceptación de los Beatles, los Rolling Stones o Bob Dylan, pero su sombra es alargada y su influencia innegable. Artista
hasta sus últimas consecuencias, hoy rendimos homenaje a Lou Reed.

David Bowie, Iggy Pop y Lou Reed.

Lou Reed, cabeza visible de la Velvet, llevó el avant garde
al rock. Su actitud y su temática reflejaban el concepto más arty y bastardo de Nueva York, diseñado por Warhol y secundado por Nico y John Cale. Sus shows eran una oda al
inframundo, a la escena en la que los travestis yonkis y chaperos eran las
estrellas y suyas las historias que narraban temas como «Venus in Furs» o «White light, White heat» que describe la sensación de inyectarse speed.

Reed, poeta, músico y artista visual, se puede considerar
uno de los padres del punk, tanto por el concepto de ‘do it yourself’ haciendo
posible que cualquiera formara una banda de rock, como de la
intelectualización del punk de Nueva York, siendo una referencia tanto para esta
escena como para el post punk, estética y culturalmente. 

Su directo en el Max’s Kansas City se considera la primera ‘grabación pirata’ de un concierto de la historia y muestra también de la
autogestión y la eliminación de la barrera artista-público.

Fuera de la Velvet Underground se alineó con los artistas
más avanzados y nunca dejó su espíritu provocador. Bajo la tutela de Bowie escribió Transformer (1972), con el himno a la generación beat «Take a walk on the
wild side», 
el omnipresente Berlin (1973), el ruidoso Metal Machine (1975), el
potente The Blue Mask (1982), y New York (1989), su homenaje a la ciudad que tanto le dio
y a la que tanto devolvió. 
Resulta curioso que una persona que ha habitado en el lado
oscuro de la vida, que representa los valores más opuestos a la hipócrita
visión social del bien y del mal, de lo políticamente correcto y de lo
socialmente aceptado, sea aupado a los altares del buen gusto y del reconocimiento
social. Un artista que ha cabalgado la chuta, provocador y misántropo, rebelde sin causa y ególatra,
artista pleno y perro callejero, su 
leyenda e influencia seguirá en la sociedad aun cuando ésta olvide su
nombre y se deje de hacerle homenajes. Quizá sea la fascinación de lo prohibido, de lo marginal y de
lo auténtico. Quizá sea Lou Reed.