¿Casualidad o causalidad? ¿Es la causalidad la que nos lleva al verdadero éxito, al camino correcto, a la persona adecuada? ¿O es todo fruto de la casualidad? Aristóteles afirmaba en su teoría de la causalidad que «todo principio tiene una causa», y por tanto, no existe la casualidad como tal: «La causa eficiente es el motor que desencadena el proceso de desarrollo y la causa final es el destino que dirige ese proceso de desarrollo». Quizá esta teoría nos sirva para explicar muchas cosas y, en el fondo, para darle sentido a todo.
Hay quien defiende que el verdadero éxito reside en la libertad. La libertad de decir a los demás aquello que no quieren oír. Si hacen un pequeño recorrido por los artistas que han abanderado la libertad de crítica y de expresión a lo largo de su carrera, seguro que en seguida les viene a la mente él. Mito de la canción protesta por excelencia, Neil Young sigue siendo ese poeta independiente que no se calla. El de la voz gimiente y las melodías lastimeras cuya perentoria honestidad podía llegar a dañar. 
Lo hizo en 1970 con Ohio, acompañado de David Crosby, Stephen Stills y Graham Nashcon en un álbum que sirvió para cantarle las cuarenta a Nixon y criticar el tiroteo a una manifestación de estudiantes de la Universidad de Kent que protestaban por la invasión estadounidense de Camboya. La canción homónima está incluida en la lista de las 500 mejores canciones de todos los tiempos de la revista Rolling Stone. Lo hizo con Living de War (2006), donde se despachó a gusto contra el ex presidente George W. Bush y su decisión de llevar a su país a la guerra de Iraq sin las pruebas fehacientes que justificasen tal decisión.
Con casi 70 años, el canadiense vuelve a la carga con The Monsanto Years, un álbum conceptual grabado con los californianos Lukas Nelson & Promise of The Real, donde arremete contra la multinacional de productos agrícolas Monsanto por el uso de OMG en los cultivos. La crítica se centra en el perjuicio para la salud y el impacto ambiental que supone la modificación genética de los alimentos.

Young mantiene su particular sonido folk con tintes de rock y alguna que otra distorsión. Empieza con la positiva y optimista A new day for love: «It’s a new day for the sun, to shine down on what we are doing, It’s a new day for love, It’s a bad day to do nothin’…». Le sigue la maravillosa Wolf Moon. Nos detenemos en la potente People want to hear about love, directa y clara, para llegar a la gran Big Box. Riffs feroces y un Young en estado puro. A Rock Star Bucks A Coffee Shop es una descarnada sátira a ritmo de blues de la cadena Starbucks. Recordemos que en 2014 el músico animó a sus fans a boicotear a la empresa cafetera por su vinculación con Monsanto. Una apología del «somos lo que comemos»: «I want a cup of coffee, but I don’t want a GMO….». Uno escucha Workin’ man, cierra los ojos y se imagina a un grupo de campesinos de Indiana al final de la jornada tomando unas birras en el bar de la esquina mientras celebran que han luchado y finalmente conseguido sus derechos.

Enigmático, solitario, rebelde con causa. En el fondo y en la forma Neil sigue tipificando mejor que nadie la antiestrella, en defensa de la conmiseración a través de letras morbosas y directas. Puede que no sea uno de sus mejores discos. Puede que tampoco ésa haya sido su pretensión. The Monsanto es un disco para reflexionar y disfrutar en la intimidad. En cualquier caso, larga vida a Neil Young.

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