El habitual notable del Heineken Jazzaldia rozó el sobresaliente en una 47 edición marcada por el fenomenal tiempo y la gran afluencia de público a una de las citas imprescindibles dentro del circuito nacional. 
Allí estuvimos para tratar de informar sobre lo que principalmente aconteció estos días en el Escenario Verde de la juvenil playa de la Zurriola. Junto al Kursaal, ya son muchos los que se acercan con nosotros, como cada año, para escuchar las diferentes propuestas que la organización dispone como alternativa para los menos diestros en el arte del jazz. Por ello, los que desde hace años venimos contando lo allí sucedido, presumimos ante nuestros compañeros en Madrid de un festival a orillas del Cantábrico en el que, entre otros, hemos visto a eminencias como Dylan, Patti Smith o B.B. King y a muchas otras bandas de las que solemos hablar como Kings Of Convenience, The War On Drugs, Divine Comedy o The Pains Of Being Pure At Heart.
Esta edición de 2012 no iba a ser menos (más de setenta actuaciones gratuitas con doce escenarios por toda la ciudad) y allí nos encontraríamos con grandes nombres como Sharon Jones, viejas glorias como The Waterboys y nuevas formaciones como Alabama Shakes.
Empezamos inaugurando un Escenario Verde con el entusiasmo de por fin ver en directo a los norteamericanos Alabama Shakes. Estuvieron enérgicos, contestones y esforzados. Gustaron pero tan sólo para gran ovación. Las orejas y el rabo se le quedaron algo lejos. La cantante, Brittany Howard, maravilló con su voz y la fiesta de rock sureño quedó marcada con gran nota. Son una de las sensaciones de este último año y su fantástico álbum «Girls & Boys» pone de manifiesto lo que en Donosti pudimos corroborar este pasado jueves: no sólo de pop y rock cocinado vive el hombre. 
Brittany, adorable con nosotros tras el concierto. Así da gusto…

A continuación llegaba la diva del soul, un torbellino encima del escenario, ella sabe cómo ganarse al público y todo caché pagado por su directo queda siempre debidamente amortizado. Sharon Jones apareció en la playa de la Zurriola con una banda de músicos de totales garantías, The Dap Kings. Bailó, cantó, sacó varias veces al público encima del escenario,… un auténtico huracán pasó aquella noche de soul y funk por la Zurriola. Vestida de color champagne y ya a altas horas de la madrugada, Sharon Jones firmó una de las actuaciones más merobales de esta 47 edición del Heineken Jazzaldia.

La segunda jornada, tras la entrega del Premio Donostiako Jazzaldia 2012 a Jimmy Cobb (músico que tocara junto a Dizzy Gillespie, John Coltrane y participante del legendario «Kind of Blue»), comenzó con la actuación de Zola Jesus. Misteriosa, trascendente por momentos y distante en otros tantos. Su puesta en escena hizo ilusionarnos con un concierto casi místico. Cuando terminó, nos quedamos algo fríos, casi petrificados. Tuvimos que esperar la llegada del ex-New Pornographers Dan Bejar. El canadiense presentó en Donosti su aclamado Kaputt y por momentos, el idílico entorno que envolvía el mágico Escenario Verde se fusionó con la elegancia y erótica de algunas de sus mejores canciones. Con ese aire de cuidado descuidado, de bohemio con pelo alborotado, Destroyer nos regaló un concierto muy especial… pero no para un Viernes noche. Este año echamos de menos una jornada como la que el pasado 2011 protagonizaran Crystal Fighters y Cut Copy. Muchos se quedaron con ganas de bailar.

El Sábado, tras comernos una buena chuleta en Nestor, un poco de playa y listos para ver de nuevo a Jonathan Wilson. Justo hace un año, allí mismo, vimos a este soberbio artista tocando junto a Dawes y Jackson Browne. Allí nos anunció que estaba trabajando en su primer disco en solitario y meses después le vimos en Madrid abriendo el concierto de Wilco en el Circo Price. Su álbum, Gentle Spirit, como el Kaputt de Destroyer, uno de los mejores discos de este pasado año para Long Brit. 
El Californiano de adopción, formuló un directo de gran nivel, de numerosos y hermosos matices. Su puesta en escena no es nada significativa e incluso puede pecar de soso en sus conciertos. Sin embargo, la tarde noche junto a los miles de asistentes en la playa, tuvo momentos mágicos. Canciones como su Desert Raven, pusieron de manifiesto la sensibilidad de un artista que lo hace todo redondo. Hoy ya podemos afirmar sin miedo a equivocarnos que Wilson acertó dando el salto del estudio al escenario y que le sienta fenomenal ser por fin cabeza visible de su propio proyecto musical. Nos avisó del lanzamiento de un nuevo álbum para la próximo primavera (tic tac, tic tac,..).
Después de Wilson, tomamos unas cervezas, unos pintxos y vuelta al jaleo. Y el jaleo no fue otro que la resurrección de The Waterboys, puede que el mejor concierto del Verde en esta edición. Influencias celtas y folk rock pasadas la media noche y un público que poco a poco empezó a despertar de su timidez y terminó por bailar y aplaudir a rabiar a la banda de Mike Scott. Los británicos, cuya banda fue fundada a principios de los ochenta, ha vuelto a la carretera y están dispuestos a que siga corriendo la voz: «merecen mucho la pena, son muy buenos!…y divertidos!«, comentaban varios asistentes a nuestro lado. 
Don’t Bang The Drum y Fisherman’s Blues fueron dos de los grandes momentos del directo. Al violín, como siempre y dando un recital de energía y brillantez, el irlandés Steve Wickham. Fue, sin duda, un concierto memorable.

El Domingo, tras disfrutar otro día más de la maravillosa gastronomía donostiarra y sus bonitas playas, terminábamos nuestra asistencia al festival con un desilusionante concierto de The Wedding Present. Los británicos, voluntariosos y enérgicos, tras décadas batiéndose el cobre encima de los escenarios, nos deleitaron con bonitas melodías y acertadas guitarras. La voz de David Gedge y Beatrice Bass, por contrario, sonaron rudimentarias y algo ásperas. Desagradable ironía la suya cuando Gedge dijo que «de entre los escenarios más lamentables donde he tocado, éste (Escenario Verde) es el peor…«.
Una buena banda que nunca pudo alcanzar nada más. Monótonos.

El festival llegó a su fin y cambiamos la preciosa Playa de la Concha por el horrible infierno de coches llamado Paseo de la Castellana. Fueron más de 122.000 espectadores de todas las edades y conocimiento. Otra edición en la que Heineken Jazzaldia nos demuestra que la música puede llegar a todo tipo de público. Una oferta de alta calidad envasada en distintos géneros a través de sus más de 100 conciertos programados en estos cuatro días y una organización sobresaliente para el mejor festival de música de nuestro país. Ahora la única buena noticia es que ya queda menos para la próxima edición…

Nuestros agradecimientos y enhorabuena a Donostia Kultura y Actúa Comunicación. 


+info:   http://www.heinekenjazzaldia.com/
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