Siguiendo el hilo de uno de los sueños más extraños que he tenido hoy precisamente, el cual que ha derivado en una reflexión que a mi entender es interesante en extremo, y que de algún modo me ha aportado tranquilidad en lo que se refiere a las incertidumbres que todos tenemos con respecto a nuestra interactuación con el mundo, eso que llamamos vida, voy a desarrollar este post de la forma más clara posible.


En mi sueño estaba en un salón de actos en el que una especie de predicador estaba interpretando el típico show que vemos en las películas que trata de aliviar las cargas morales de la gente con la vida a través de la religión, todo eso de «Dios es grande y os quiere y por ello no tenéis nada que temer…». El caso es que había muchísima gente, entre ellos mi amigo Jorge (No entiendo muy bien porqué…), yo estaba totalmente dormido dentro del sueño, pensando en lo ingenua que era esa gente a la vez que escuchaba los gritos de mi amigo totalmente entregado en plan «AAAMENNN HERMANOS!!». En un momento me desperté y justo el predicador pidió que escribiésemos tres máximas que siguiésemos en nuestra vida, tres cosas en las que creamos, y en un esfuerzo por seguir la corriente me puse a pensar, y me sobrevino teoría de Lavoisier sobre la conservación de la energía, la típica frase de «La energía ni se crea ni se destruye, solo se transforma…» y aquí viene lo interesante…
A raíz de esa frase mi sueño se acabó de golpe, y la enlacé de inmediato con las personas, es decir, algo tan simple como que si todos somos energía, y ésta no se destruye, nada muere de forma definitiva, es decir que pasamos a otro estadio en el universo, una idea budista clásica. Pero luego me acordé de un programa de radio en el que salía una mujer que había escrito un libro sobre la función del cerebro en el cuerpo. Ella explicaba que en el cerebro están las actividades normales que controlan las funciones motoras del cuerpo y otra parte que era la que nos generaba las «dudas», se puede decir que es la que nos hace ser conscientes de nuestra propia existencia, y a esto lo llamaba el «alma». Me pareció un razonamiento perfecto y extrapolándolo a lo anterior me llevó a pensar que el «alma» como lo describía esta mujer era también energía, pero un tipo especial ya que no puede vivir en cualquier forma en el universo, me refiero a que una piedra no puede ser consciente, por lo que la única forma de vida posible de esta energía es en un ser humano, lo que me lleva a pensar que lo que nos hace hombres solo puede sobrevivir en los hombres, por lo que la reencarnación en otras personas empieza a ser algo medianamente lógico para mi.

Evidentemente a esta teoría le falta muchísimo desarrollo, como os he dicho hoy mismo he tenido el «momento», pero me ha parecido lo suficientemente interesante como para compartirlo con vosotros, espero que os lo haya parecido.. Os mantendré informados sobre la evolución de este pensamiento...