Hoy me he despertado y he abierto el periódico, en ésta ocasión hablo de El País. Como siempre lo abro por la sección de cultura, e indagando en él, leo un artículo, pensé en una primera aproximación, de humor. No, no, que era verdad!! que está pasando!!! no sabía si indigarme o llorar. El artículo venía a decir que cada vez es más frecuente la imagen nocturna de una pareja de uniformados en una sala abarrotada, la llamada nueva «policía cultural» (me parto…). Pero a finales de noviembre la dedicación de los agentes llegó a un nuevo máximo: «En el [club madrileño] Low aparecieron a las 2:15 horas del sábado», cuenta Daniel Rivero, dj Díscolo. «Comprobaron el aforo, visitaron los camerinos y revisaron mi maleta, en la que hay unos pocos compactos grabados porque el 90% de lo que pincho son vinilos. ‘¿Sabe usted que está cometiendo un delito?’, me preguntaron. Era música hecha por amigos que jamás se ha editado en ningún formato, pero ellos no hicieron caso. ‘Usted no puede utilizar archivos descargados ilegalmente. La semana próxima volveré, y como esté utilizando de nuevo esto le multaré y requisaré el material'». No es el único caso. La noche anterior en la discoteca Heineken fue el dj Iván Pica el que recibió la visita de la policía. Él tuvo peor suerte, le fueron requisados 60 compactos. «No hace más que venir la poli», explica el programador de un club. «No encuentran nada. Ante esto, mi postura es currar y transmitir tranquilidad a los clientes. Si nos van a cerrar la sala, pues que sea currando».

Habéis leído bien, si, si…!! La SGAE, nuevo ataque «Gallardoniano»,…?! De momento el asunto no está claro pero la verdad que huele fatal. Al final lo pagaremos nosotros, ya sea obstaculizando el acceso a mil grupos buenísimos de hoy en día via internet, pagando más caras las entradas para nuestros lugares nocturnos favoritos o cualquier otra fórmula tan canalla como culturalmente aberrante.