No ha pasado un mes y ya queremos volver. Heineken Jazzaldia, otra edición para el recuerdo.

Algunos ya volvimos de vacaciones con ese regusto amargo de no saber cuando volverán de nuevo los buenos días pasados. Entre risas, amigos, aventuras, buen música y copas, puede que uno de los mejores recuerdos de este año se nos quede dibujado a orillas del Urumea y junto a un Kursaal iluminado a finales de Julio entre el alboroto de miles de visitantes a un festival de jazz que ya se ha hecho mayor, ya cumplió 50 años.

Sin lugar a dudas, esta pasada edición de Heineken Jazzaldia ha sido de nuevo un rotundo éxito. Fueron nada más y nada menos que una cifra cercana a las 124.000 personas las que en esos días, de miércoles a domingo, pasaron por la ciudad en busca de su propio espacio. La Trinidad, las terrazas del Kursaal, el propio auditorio, el Escenario Verde, el náutico,… más de cien actuaciones programadas y como siempre, con un cuidado gusto por parte de la organización a la hora de programar. Mérito más que sobresaliente cuando siendo un festival de jazz, proponen una serie de géneros dispares para gusto de todo tipo de aficionados a la música. Hablamos del Escenario Verde y esa cita obligada en el que ya cada verano no faltamos desde hace casi una década. Desde que descubrimos bandas que luego serían bandera de muchos de nuestros artículos, como fueron The War On Drugs (aún con Kurt Vile, año 2009) o Kings Of Convenience (con su primer álbum, año 2008), o desde que vimos a estrellas aún colgadas del firmamento a orillas de la playa Zurriola como el ya desaparecido B.B. King o la renacida Patti Smith. 

Este año la estrella ha vuelto a ser Jamie Cullum con una triple aportación tanto como Dj en el Escenario Verde, como con su directo de solista al piano y voz en el auditorio Kursaal y con una big band en la emblemática Plaza de la Trinidad.  Nosotros, ponemos el acento en la increíble jarana que montaron Earth, Wind & Fire y sobre todo, en el invencible Jimmy Cliff.  Este último, con un concierto de sueños y música africana, soul y por supuesto, reggae. Una noche en el que bailaban hasta las farolas que custodian la siempre imponente fachada con que San Sebastian recibe a sus visitantes a orillas del mar. 

El año que viene, volveremos. Sin dudarlo.