Arrancaron como una más. Una de esas bandas neomodernas que con un buen primer disco, aquel «Innerspeaker» lanzado en mayo de 2010 bajo el sello Modular Recordings, pasó a formar parte de una posterior parrilla del Primavera Sound (de cuando el Primavera Sound seguía una línea argumental clara en su programación). Nos dio un toque de atención con aquel trabajo y sobretodo con un single que no rompía por novedoso en su sonido pero, si por fresco y enérgico. Era su EP «Solitude Is Bliss«. Les pusimos en el mapa.
Desde aquel momento, he de reconocer que no abrí sus puertas para adentrarme hasta el salón. No llegué al fondo, me quedé en el recibidor, escuchando singles sueltos y abrazando una idea preliminar que se confirmaría en su posterior trabajo. Las reminiscencias al rock psicodélico de décadas atrás, parecía ser el nuevo y próximo gran revival al uso de la música independiente. Esta vez no con amagos introspectivos y difíciles de resolver como los posteriores trabajos de MGMT que vinieron tras su primer LP. Ni tan si quiera esta nueva colonia nos perfumaba hacia el recuerdo de leyendas como Jefferson Airplane y aquellos otros de una instrumentación algo más clásica. Puede que sí a Pink Floyd, esos sí, desde luego.
Llegó Kevin Parker junto a Dominic Simper, Jay Watson, Cam Avery y Julien Barbagallo para presentarnos «Lonerism» allá por el 2012 (vía Modular Recordings) y ya por entonces, Tame Impala dejaron de ser unos casi desconocidos para encumbrarse como la next-big-thing.
Fue «Elephant» la que engatusó al populacho y con el que Parker y los suyos presentaron sus credenciales a destronar a aquellos que por esos días parecían haber agarrado la hegemonía de la música indie en su trono de hierro, Black Keys (son su LP «El Camino» en el año anterior, 2011).
Sin embargo Tame Impala nos descubrió el mejor álbum de aquel año, no precisamente por su single contagioso y machacón, sino por la bella factura de múltiples canciones que hacían de esa nueva vertiente de pop/rock psicodélico, un viaje hacia algo infinito, de dimensiones indescifrables. «Feels Like We Only Go Backwards» era una droga muy poderosa, cerrando los ojos, dejando la mente en blanco,… dejándote llevar. Otras, como la poco celebrada «Why Won’t They Talk To Me«, como explorar un nuevo planeta como miles de sonidos por primera vez, texturas, referencias a multitud de géneros y artistas de diferente índole y época.
En directo les pudimos ver aquél año. Aún con detalles por pulir, aún en camino a la pulcritud de aquellos otros que cuentan con más años encima de las tablas. Y con todo y con ello, un experiencia psideral de pop, rock, psicodelia, electrónica y visuales hipnóticas que sacudió a la audiencia con firmeza cuando las guitarras cobraban protagonismo y respondiénsose, nos presentaron canciones de aquel portentoso álbum como su genial «Mind Mischief«.
Hace unos meses, presentaron lo que sería el primer single de su tercer y esperado álbum para este 2015. Fue una canción de casi 8 minutos. Si…, casi 8 minutos. Cuando fui a escucharla recuerdo que la emoción de saborear algo nuevo de los australianos se me desinfló mirando la duración del track. «ocho minutos?!?!?, venga no me jodas…!, qué jodida canción de 8 minutos puede presentar alguien como un primer single de un nuevo álbum?! (…) Bueno, a ver qué cuentan…«.
Escuché su «Let It Happen» tres veces seguidas, sin pausa. Lo habían vuelto a hacer. A la espera de escuchar más adelantos sobre su nuevo trabajo, «Currents» es el título del nuevo LP, Tame Impala lo habían vuelto a hacer.
Y lo han vuelto a hacer pero siempre con una seña de identidad que pónganse ustedes a contar a cuántas grandes bandas le ha salido bien la jugada. Esto es, de uno a otro álbum, siempre un poquito más, algo diferente.
Otra banda cualquiera, habiendo alcanzado la ligera repercusión de «Innerspeaker» o más aún con su segundo LP, «Lonerism», hubieran simplificado: «Ey chicos, repetimos la fórmula». Pero no. He aquí el gran matiz. Del sonido algo más convencional y crudo pese a la ya utilización de miles de efectos y capas sonoras de singles como «Why Won’t You Make Up Your Mind» de su primer trabajo, pasamos a una mayor aceleración en la percusión y ritmos en su segundo largo, tratando de seguir inyectando esa ilusión de viaje espacial a todas sus canciones; y llegamos ahora a «Currents» y hay taaaaantas cosas, matices y nuevos bocetos que sólo podemos quedarnos con la puta boca abierta y sin palabras.
Si en el primer disco mandaban las guitarras, en el segundo fue la percusión quien entró también a jugar un papel principal y ahora, ahora es un TODO de dificil explicación. Pero como comentamos y como parece Parker indicar a través de una de sus canciones, «Yes I’m Changing«, una nueva mutación.
En este recién estrenado trabajo, las composiciones abarcan desde el pop repeinado y aseado de «Cause I´m a Man«, que inevitablemente me recuerdan a aquel álbum de discos dorados doble que una vez tuve de pequeño, el «HIStory» de Michael Jackson, hasta los maravillosos pasajes dance/disco de Daft Punk.
La intención es nunca dejarse desligar de la idea de un disco de rock y por ello, pese a que las dimensiones de su música nos siguen llevando hacia la electrónica, efectos y miles de arreglos necesarios, Tame Impala siempre consigue conectar nuestros pies a la tierra y hacernos despertar. El bajo y la batería nos mantienen conscientes y por momentos, pese a que con canciones como «Love/Paranoia» parezca realmente imposible dejar de flotar ingrávidos por el universo oscuro y solitario, seguimos en el planeta azul.
Parker se viste de M. Jackson, de Lennon, de Roger Waters y del hábil camello que en una calle del barrio rojo de Amsterdam te vende la mejor droga, la que te hace volar y no mata. La prueba de un buen disco siempre es el coche, siempre. Ponlo, dale al play. Sólo dos condiciones: si sientes la necesidad de pasar más de una canción antes de que termine, ERROR. Si no sientes la necesidad de acelerar, si no imaginas que en un momento dado tu coche puede volar y si tu imaginación no te hace flotar sobre el suelo, ERROR. Seguro que esto último no falló nunca en el caso de aquél «Funeral» de Arcade Fire e incluso con el más reciente «Bloom» de Beach House. No, esta vez no debería fallar tampoco.
Tame Impala juegan en otra liga. Puede que «Currents» vaya a ser el disco del año y que estemos ante la gran banda de esta década sin saber aún dónde está su techo o con qué nos podrán seguir sorprendiendo (…y todo ello tratando de averiguar si los loops que hacen en su «Let It Happen» los hacen mal queriendo o esa tarde en el estudio estaban colocados y no atinaban con el botón. No importa, están ustedes perdonados.)
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