Muchas son las etiquetas que se utilizan para designar a los de Chicago: rock alternativo,
country alternativo, neo-folk… Pero… ¿puede algo que está arraigado a los orígenes más profundos del rock como es el blues, el folk o el country ser «alternativo»? ¿Acaso el plátano es una fruta «alternativa»? Wilco ofrecieron un concierto para recordar. ¿El lugar? El Circo Price ¿El día? Martes 1 de Noviembre de 2011.

Con el cartel de ‘entradas agotadas’ colgado hace semanas a pesar de los abusivos precios (hasta entre 40 y 70 euros), Jeff Tweedy y sus secuaces ofrecieron un recital apoteósico, contando con un sonido magnífico en todo momento, algo que también benefició a su telonero Jonathan Wilson. El músico estadounidense abrió la noche con un sexteto con el que repasó su álbum debut “Gentle Spirit”, muy recomendable por cierto, y en el que se barajan sonidos de la etapa hippy de “Young Crosby Still & Nash”, así como también se acerca por momentos a Canned Heat. Wilson sonó seguro e intimista a pesar del poco respeto que demostró el público que no paró de hablar ni de entrar y salir con bebidas, lo que deslució bastante la atmósfera que creó el angelino.

El inicio de Wilco fue un suicidio en toda regla: One Sunday Morning, el tema que cierra su último disco. Sonó acústico, lento, repetitivo… pero bello, ante un público extasiado y silencioso como pocas veces he visto. Solo brotó un “te queremos” que rompió en aplausos en la última estrofa que antecedía a lo que esa noche íbamos a presenciar: una comunión total entre artista y público. Le siguieron Art of the almost y I Might, con un Tweedy más optimista después de pasar una etapa oscura llena de tristes canciones a las que hizo referencia, tras recuperarse de su adicción a los analgésicos debido a las fuertes migrañas que padecía. El grupo podría ser calificado de «científicos del sonido», pues manejan un arsenal de recursos sónicos que les hace parecer una pequeña fábrica con enormes pedaleras de efectos analógicos, amplificadores vintage y más de 20 guitarras que intercambian casi en cada canción, pero con un absoluto y perfecto control del sonido y del ruido.

Así, uno tras otro, fueron cayendo Hummingbird, Jesus etc…, Handshake Drugs e Impossible Germany, en el que Nels Cline hizo un solo descomunal que puso la guinda a una actuación impecable y le hace el perfecto escudero y parte imprescindible de esta formación. Tanto era el entusiasmo que en más de una ocasión tuvieron que callar al público para poder seguir desgranando temas, hasta un total de 20, tan generosos con el repertorio como con los bises. Estoy convencido de que si llega a sonar Thelogians más de uno se hubiera arrancado los pelos de la nuca de puro deleite.En definitiva, un concierto redondo de una banda redonda, puro rock de raíces revisado con la influencias de la época que vivimos, un ejercicio de equilibrio en el trapecio. Tradición y avant garde, tan americano como Tom Sawyer con una espiga en la boca y un peto vaquero y tan vanguardista como el feedback de los amplificadores de Sonic Youth . Hace poco leí que era la mejor banda de rock americano de los últimos 15 años y la verdad, estoy empezando a considerarlo.