Hace unos meses advertíamos de una de las apariciones de este 2012 en nuestra fan page del universal caralibro. Prometimos hablar de ellos y aunque algo tarde, aquí y ahora hemos encontrado el momento para volver a conocer a una banda con una bonita historia tras de sí.
Corría el año 1997 y los Chicago Bulls de Michael Jordan se proclamaban campeones por quinta vez, Bill Clinton comenzaba su segunda legislatura y dos chavales llamados Gunst y Brent iniciaron un brillante proyecto conocido posteriormente como Beachwood Sparks.
En no mucho tiempo, la banda pasaría de dos a seis miembros y su música se volvería mucho más enérgica y contundente. Sin embargo, difícil sería evitar por aquel entonces las comparaciones con el rock aterciopelado de los legendarios The Byrds. Fue lanzar sus dos primeros y pequeños trabajos de siete pulgadas y ya con el segundo de ellos bajo el (hoy magnánimo) sello Sub Pop, su nombre corrió como la pólvora entre los círculos norteamericanos del folk-rock independiente.
Fueron años de gloria en los que esta banda solía pronunciar una colección de sonidos folk que tenían el valor añadido de poder igualmente recordar a lo mejor de los años 60 y 70. Tres discos y una separación en 2002 dieron lugar a once años de vacío en los que no supimos nada de ellos. Ahora vuelven en una época en la que grupos como Fleet Foxes, Bon Iver o Iron & Wine son tan capaces de abanderar carteles de festivales y listas de ventas como cualquier otra banda de rock. Beachwood Sparks se adelantó a su tiempo y ahora, en el esplendor de su género, hay un nuevo primer disco, lanzado la semana pasada, que apunta a ser uno de los mejores del año.
The Tarnished Gold, su nuevo largo, contiene a partes iguales: indie, rock, folk y psicodelia. Todas ellas reflejo de su amada California, inspiración definitiva para Gunst y Brent. Canciones para una furgoneta Volkswagen, ventanilla bajada y mano fuera asomando, disfrutando del viento. Un álbum hecho especialmente para este verano que acaba de comenzar. Pensado para una larga aventura de tres meses entre playas y montañas, con una mochila donde bien pudiéramos encontrar una brújula, una botella de whisky escocés, un lápiz y un cuaderno para apuntar todos los buenos momentos que nos quedan por vivir y todas aquellas grandes canciones con que Beachwood Parks nos harán reflexionar. Disfruten (si saben hacerlo).
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